Viernes 13 de Marzo, queda declarado estado de alarma en toda España. En Madrid ya llevan una semana confinados, y aquí en Cataluña iniciamos el encierro.
Llevo un par de días sintiéndome muy cansada. Mi marido trabaja en el hospital de Igualada y la situación no es buena allí.
Pasa el fin de semana y empiezo a sentirme cada vez peor, sensación de cansancio muy acusada, tos seca, febrícula, dolor de huesos…creo que nunca me había sentido tan débil… empiezo a pensar que quizás me haya contagiado.
Empezamos la aventura de teletrabajar con dos peques en casa. Fresa y Limón, mellizos de 3 años más contentos que nunca porque papá y mamá están en casa.
Cuántas familias en la misma situación…intentando trabajar y conciliar al mismo tiempo, con el añadido de sentirnos débiles y cansados.
Mi médico me dice que no van a hacerme la prueba, entre otras cosas debido a la actual situación de saturación de la sanidad pública y, porque debería estar grave para ello, es el protocolo. ¿La recomendación? Confinamiento en casa y aislada de mi familia en otra habitación… imposible con dos peques en casa, es la realidad.
A todo esto, he de seguir o más bien, intentar trabajar, atendiendo llamadas, mails, clases online con las demandas de los peques de fondo…
¡Mamáaaaaa! ¡Limón me ha pegado!
¡Mamáaaaaa!¡ Tengo hambre!
¡Mamáaaaaa! ¡Vamos a jugar! …. ¡Quiero tele! …. ¿por qué no vamos al parque?…
¡Mamáaaaaa! ¡Mamáaaaaa! ¡Mamáaaaaa! ¡Mamáaaaaa! …..
… sé que hay gente que lo está pasando mucho peor, está claro…
¡!Ups!! ¿cariño, tú también con tos ahora? Vamos a ver si tienes fiebre. Efectivamente, ¡volvemos al caos!, si, hemos caído los dos. ¿Cómo vamos a hacer los dos enfermos y con los niños? Y, además “trabajando en casa”, porque cómo madre autónoma no puedo permitirme parar si hay posibilidad de trabajar, pero… sin ayuda esta vez (ni pareja, ni abuelos, ni titos… en fin, la familia también aislada), empieza la cuesta arriba del confinamiento.
Ahora han pasado 10 días y he empezado a mejorar, pero he perdido el gusto y el olfato también. Hemos sobrevivido como hemos podido. Después de vivir estos días de caos en casa y adaptación, al fin tenemos el trabajo organizado, las clases online, todo en marcha.
Tenemos suerte y consigo recuperarme pronto. Además, le hacen la prueba a él, por trabajar en el hospital. Finalmente dando positivo, era de esperar. Seguimos tomando las máximas medidas de precaución mientras van mejorando los síntomas.
Siguen pasando los días, demasiados ya desde que empezó todo, he perdido casi la cuenta. Ya estamos mejorando los dos, y parece que hemos conseguido un pequeño equilibrio en casa, entre trabajo y peques, quizás, mejor de lo esperado, pero más cansados que nunca y es que ellos son imparables.
Han conseguido ganar la batalla de no dormir siesta ningún día, así que papá y mamá no tenemos tregua. Inventamos mil y un juegos a la vez. Ellos dejan libre la imaginación para crear sus propias historias, entre medio de alguna que otra pelea de hermanos.
Pasan los días y empezamos a echar mucho de menos a la familia, sobre todo los abuelos que nos llaman cada día para saber de los peques.
Y yo entre tanto, pienso en las mamis que están pasando por lo mismo, la preocupación de embarazadas y mamás que acaban de parir. Echo mucho de menos nuestro centro, las risas e historias de las mamás antes de empezar a entrenar. El trato tan cercano cuando una mamá me cuenta sus preocupaciones y mirarla a los ojos y decirle que no pasa nada, que no está sola que la vamos a ayudar para recuperarse lo mejor posible.
Y hemos tenido la suerte de poderlo hacer ahora también de forma virtual.
¡Gracias a la tecnología! Así que vuelvo a sentir que sigo ayudándolas y que mi familia está atendida. Han sido días muy duros, no sabemos cuánto tiempo más continuaremos en confinamiento, ni siquiera sabremos cómo será todo cuando salgamos. ¿Cómo serán nuestras vidas? Mucha incertidumbre. Así que sólo podemos continuar, viviendo el presente y dando gracias a que estamos todos bien.