Hoy día nuestros bebés llegan al mundo con un máster debajo del brazo. No nos pasa lo mismo a nosotros los padres, quienes estamos más despistados que nunca. Todo va demasiado rápido y el sentido común no parece ser suficiente en muchos casos, entre otras cosas porque a veces es tan grande la novedad del reto en sí, que ni hay sentido ni es común.
Y como padres, no podemos quedarnos de brazos cruzados, esperando verlas venir, perdidos ante los conflictos que llegan, dedicados a apagar fuegos torpemente y desorientados al intentar resolver de manera eficaz los conflictos que se suceden en el día a día.
Sentimos llenos de frustración cómo nos faltan las herramientas adecuadas y acabamos recurriendo siempre a las mismas y viejas fórmulas, que lejos de servir, muchas veces agravan la situación e impiden el crecimiento de la familia y de las personas que la integran.
Debemos aprender a parar, pensar en cada uno de nuestros hijos, reflexionar acerca de lo que buscamos para ellos, de la familia que queremos ser, de los criterios que nos gustaría seguir, aprender a buscar soluciones eficaces a los conflictos que tenemos entre manos y dedicar un tiempo a la puesta en marcha de nuevos planes que ayuden a seguir creciendo.
Muchos padres y madres, viven convencidos de que la vida no les da para mucho más. Las cargas son demasiadas como para perder tiempo en organizar un plan, dialogar, negociar, establecer normas… Pero bien lejos de esta creencia, la realidad es que dedicar un tiempo a la planificación, ayudará a que cada miembro de la familia sepa qué tiene que hacer y qué se espera de ellos, lo cual al mismo tiempo nos permitirá ir más relajados en días sucesivos y recoger frutos en el futuro.
Imaginemos por un momento que la mayoría de las tardes nos vemos sobrepasados en casa cuando después de nuestra jornada laboral; las cenas y lavadoras, se mezclan con las tareas escolares, los clubs y los baños. Supón que conseguimos salir bastante airosos de la vorágine de la tarde pero que justo antes de acostarnos, los niños se enzarzan en una discusión sin mucha importancia, a pesar de lo cual respondemos de las peores maneras que puedas imaginarte.
¿Qué ha pasado? Probablemente el problema no sea la discusión en sí, sino nuestro agotamiento físico, la carga de tareas y que en ese momento ya nos estábamos visualizado descansando en el sofá…
Si conseguimos parar y reflexionar acerca del conflicto, probablemente nos demos cuenta de que, en realidad lo que necesitamos es que nos echen una mano. En este caso, por ejemplo, hacer una reunión familiar para repartir encargos, no sólo nos liberará un poco las tardes sino que, al mismo tiempo, daremos a nuestros hijos la oportunidad de crecer en autonomía y responsabilidad.
Y de eso se trata la educación de hoy en día, de formarse, de reflexionar, dedicarle tiempo e implicar a nuestros niños y niñas en su propia educación, aprovechando todos los retos que de forma natural aparecen en nuestro día a día.
Pero esto que parece tan sencillo, en realidad no lo es. Por eso, es interesante que los padres, madres, educadores o cualquier persona con niños a su cargo, sigan formándose a partir de contenidos de calidad desarrollados de la mano de los mejores expertos con los que seremos capaces de sacar la mejor versión de nosotros mismos y guiar de este modo a nuestros niños, niñas y adolescentes.
Y no se trata únicamente de leer algún artículo de forma ocasional o escuchar una charla que llegó casualmente a nuestra bandeja de entrada. Se trata de formarnos de forma consciente abordando temáticas tan variadas como la educación sexual o la educación en igualdad, la tecnología, la prevención de bullying, qué hacer si mi hijo tiene altas capacidades, cómo puedo comunicarme mejor con mis hijos adolescentes, aprender a comer bien en familia y un largo etcétera, para tener un criterio claro y bien respaldado acerca de lo que queremos, estar bien preparados ante los conflictos futuros, poder trasmitir nuestros valores con la seguridad y serenidad necesaria y disfrutar de esta etapa de forma más plena.