Cada vez son más las piscinas o instalaciones que ofrecen natación para bebés y, de la misma manera, cada vez son más los métodos que aparecen, crecen y se venden como el apropiado para, supuestamente, enseñar a tu bebé a nadar. Mireia Parcet, directora de MAMIfit Ripollès y Garrotxa, analiza esta actividad y nos explica lo que tenemos que tener en cuenta. 

Haciendo referencia a la gran Emi Pikler, el niño tiene un desarrollo motriz natural y es importante e imprescindible que el adulto respete e interfiera lo menos posible en el descubrimiento del movimiento. (reseña Moverse en libertad).

Siguiendo sus estudios, en el agua hay que dar las herramientas adecuadas para que el bebé o el niño pequeño descubra todas las posibilidades de movimiento que el agua le ofrece. Pero evidentemente, el medio acuático no es igual al terrestre, y es aquí donde entre el papel fundamental que debe tener el profesional para saber guiar a los padres adecuadamente en el ejercicio de ayudar a su bebé o niño pequeño hacia ese descubrimiento motriz acuático.

Partimos de la base de que a un niño no hay que perderle nunca de vista. Y aunque es cierto que los despistes existen, no hay justificación alguna a que un bebé caiga al agua sin ser visto por un adulto.

En la piscina hay muchos elementos que trabajar, muchas actividades que ofrecer y muchas habilidades a desarrollar. La inmersión no es el único elemento a trabajar, es un elemento más.

Desde mi punto de vista, y después de más de 20 años de experiencia, las inmersiones forzadas no se adecuan a la realidad del desarrollo del bebé en el agua, ni creo que sean necesarias. Se puede trabajar la adaptación al medio acuático mediante saltos, zambullidas con mamá o papá, dejarse caer, ir a buscar algún juguete, soltarse del churo u otro material, y un largo etcétera de posibilidades sin la necesidad de “hundir a mi hijo en al agua”, ejerciendo una fuerza descendente en el bebé para que su cara entre en el agua.

Otra habilidad acuática es el desplazamiento. La mejor manera de que el bebé experimente el desplazarse por el agua es agarrándose a su mamá y dar paseos por la piscina o por el mar. Cuántos padres se han quedado sorprendidos al ver como sus hijos a muy temprana edad (7-9 meses), se agarran para no caer y si se sueltan si caen al agua… Es la mejor forma de aprender.

Y no puedo acabar el artículo sin hablar de los lloros del bebé o del niño:

El medio acuático debe ser una actividad divertida, lúdica, aprendiendo jugando, disfrutando, debiéndose evitar cualquier situación de angustia, o malestar. El lloro es la forma que los bebés tienen de comunicarse y es necesario darles respuesta, y un buen profesional te guiará para calmar al bebé o niño sin salir del agua.

 

Mireia Parcet, directora de MAMIfit Ripollès y Garrotxa

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