Te preguntarás, ¿qué puede tener que ver el intestino con una lactancia feliz?
En este artículo, quiero explicarte con claridad la relación entre el intestino y la glándula mamaria para que puedas disfrutar de ese momento tan especial con tu bebé y, sobre todo, prevenir patologías en ti y en tu pequeñ@ asociadas con la lactancia.
SISTEMA COMÚN DE MUCOSAS
El intestino es un órgano muy extenso tapizado internamente por una capa que parece terciopelo: la mucosa. Y lo mismo ocurre con un montón de órganos y sistemas en el cuerpo: aparato respiratorio, aparato digestivo, sistema genitourinario, piel, conjuntiva del ojo…
Todos estos metros y metros de mucosa reciben en conjunto el nombre de sistema común de mucosas, y están íntimamente comunicados entre sí a través del sistema linfático.
El intestino abarca aproximadamente el 80% dentro de este sistema común, mientras que el otro 20% está formado por el resto de tejidos que he comentado antes (mucosa del resto del aparato digestivo, mucosa del aparato respiratorio, mucosa del sistema genitourinario, piel, conjuntiva del ojo y del oído y, también, la glándula mamaria).
Con la explicación anterior puede que ya te estés haciendo una idea de por dónde voy.
El estado de la mucosa intestinal va a repercutir de forma directa en el estado del resto de tejidos pertenecientes al sistema común de mucosas y, entre ellos, la piel de la mama, areola y pezón.
Si tenemos una mucosa intestinal deteriorada, la piel de la mama también lo estará pudiéndose generar con mayor facilidad grietas en el pezón (influyendo también aquí el enganche adecuado del peque).
De igual forma que necesitamos cuidar la piel por fuera, hidratándola para favorecer su elasticidad, necesitamos cuidarla también desde dentro con una adecuada alimentación que beneficie la regeneración de ese sistema común de mucosas.
¿Qué tipo de alimentación?
Aquella en la que aumentemos el consumo de nutrientes como betacarotenos, Vitamina A, Vitamina E, triptófano y omega 3, y disminuyamos aquellos que irritan y degeneran la mucosa.
Vamos uno por uno.
- Betacarotenos: presentes en alimentos de color naranja como zanahoria (mejor cruda), boniato, papaya y calabaza; también en los de color verde oscuro como acelgas, espinacas o brócoli.
- Vitamina A: el alimento con más cantidad de esta vitamina soluble en grasa es el hígado de cerdo, seguido del hígado de ternera.
- Vitamina E: presente en alimentos que contienen grasas saludables como aguacate, almendras, nueces, avellanas, semillas de girasol y calabaza.
- Triptófano: precursor de la serotonina (encarga de mantener unidas las células intestinales) se encuentra en alimentos como el arroz integral, los pistachos, el cacao y el pescado azul.
- Omega 3: necesario para regenerar las membranas de todas las células de nuestro organismo y modular los procesos inflamatorios e inmunitarios, lo encontramos sobre todo de nuevo en pescados azules (mejor consumir los de pequeño tamaño) como sardinas, caballa y boquerones.
- Nutrientes que irritan y degeneran la mucosa:
- Gliadina (presente en alimentos con gluten).
Mi recomendación es que (si no tienes sensibilidad o intolerancia a esta sustancia) consumas cereales con menor cantidad de gluten como centeno, espelta y avena.
- Lectinas y saponinas (en legumbres y cereales)
Mejor consumir de tamaño pequeño como lentejas pardinas y garbanzos, arroz basmati y bulgur, previamente remojados en agua*
*Los tiempos varían según cada alimento.
Por otra parte, debemos tener muy en cuenta las bacterias que habitan la mucosa intestinal (la famosa flora intestinal) porque la calidad de la leche materna depende de ésta.
Has leído bien, las bacterias presentes en la leche secretada por la glándula mamaria proceden del intestino.
Así es que, mantener una flora intestinal sana en la mamá es crucial para, nos sólo la nutrición del bebé sino también, para que la calidad de los “dientes de leche” sea buena y evitar las caries de lactancia.
¿Qué podemos hacer para mantener una flora intestinal sana?
Primero de todo cuidar la mucosa intestinal (como hemos visto antes) porque es donde viven estas baterías y, segundo, dar mejor de comer a las bacterias beneficiosas de la flora.
Lo ideal sería hacer un estudio individualizado a cada mamá pero aquí te dejo dos tipos de alimentos que debemos tener en cuenta:
- Alimentos prebióticos: cebollas, puerros, espárragos, alcachofas, plátanos,
- Alimentos probióticos: productos lácteos fermentados como yogur y kéfir.
Si te ha surgido alguna duda puedes aprovechar para preguntarme en el directo a través de Instagram, el lunes 5 de Julio a las 19:00h, o concertar una sesión individual conmigo.
Espero que esta información sea útil para ti y tu peque.
Un abrazo enorme,